¿Fumas?

«Las personas de a pie no existen» pensaba mientras caminaba solo bajo la lluvia, de camino a casa otra vez, afectado por unas dosis de alcohol nada merecidas. Nadie sabe si premio o castigo.

Hay un pensamiento que ataca mi vida en todo momento: pensar que mi vida será diferente, que no seré uno más en un mundo de clientes insatisfechos bajo una marabunta de palos, problemas y rechazos.

A la mierda con pensar sobre el típico pensamiento adolescente, es verdad. Que te jodan, letrada. Yo soy yo y mi destino.

Hoy han tenido que recordármelo, yo hago mi propio destino.

Nadie debería creer que algo es imposible sin antes explotar al máximo la opción, el sueño, el amor. Nadie. Los ilustres hombres con nombres de dioses lograron cosas que nadie más consiguió por voluntad propia, algunos con ayuda, otros no.

No puedo renegar, no puedo dejar las cosas como un: esto es pasajero, ya aceptaré que mi vida es una más del montón. Me niego. Nada tampoco de: es que eso es falso, tu vida es única. No me refiero a eso, pañales, indico que mi vida es diferente porque estoy en ello. La vuestra puede serlo, actuad.

No existe la gente de a pie. Eso es una puta excusa más barata que el miedo que sentimos ante lo desconocido, nadie es de a pie. Todos somos grandes. Casi todos o todos, me faltan cincuenta años para averiguarlo.

Quiero vivir historias de verdad.

A tomar por culo.

Estoy jodido de verdad y pido ayuda. Necesito ayuda que me hundo, soy un barco con más agujeros que un vagabundo.

Mi casco se sumerge en las profundidades de lo absurdo sin otro deseo que el de conocer el mundo.

Efecto de luces, química y notas

Tengo tanto como todo. Un poco de varios. Me sobran los malos, los que proporcionan calor asfixiante cuando no puedes estar sentado. Tengo de los que te hacen vibrar y no te dejan dormir.

Tengo también de esos que te hacen reir y llorar. Tengo de los que buscas. Tengo de los que quieres escapar.

Puedo comprar cien ratos libres con el coste más caro que un humano pueda concebir, no puedo venderme ni al por mayor. Tan poco como tanto.

Puedo esconderme en un rincón solo o en mi habitación. A ratos me encierro de lo que me rodea aun rodeado de cientos.

Me hace gracia reír como cuando pienso que el universo está ahí fuera, y aquí dentro. Me da igual correr a mares que llorar al viento. Ya no me importa la sombra que veo detrás de mí en la pared. Me doy la vuelta rápidamente, poniéndolo todo al revés. Era mi imaginación tronchándose de mi perdición.

Soy su juerga, soy su diversión. Y es que a veces soy tan ridículo buscando apoyo como lo soy huyendo del reto. Se enciende con llamas, ascuas y fuertes sentimientos. Quema lo que pilla de por medio, destroza lo que entiende por complejo.

Y que los rostros que me cruzo si no están destinados a sumergirse en mis aguas como aquel buzo. Porque yo busco el sol que nunca aparece, soy el que busca a quien no deja verse. Sonrío con el atentado de los miramientos. Lloro con la dulzura de los remordimientos.

A veces me siento parte de todos los momentos, a veces pertenezco a la nada. Vacío y sin gravedad. Chocando contra puertas y el alfeizar de la ventana.

Aventuras, solo y sin calamidades. Y escalo montes rubios y rampas de ramos. Con ojos delante y manos detrás. Ya me da igual. No reflejo la luz, invisible.

El vaso hasta arriba, la nostalgia se derrama por el cristal de las palabras que nada valían. Un par de golpes y despierto del sueño que me tenía condenado de pies y manos a alguna tontería. El techo y la lejanía del cielo. Muérete mientras te desvaneces, vive mientras lo dices, las dos palabras que pierden valor con los segundos. El mercado ya no las compra, salen gratis por los balcones de las noches estrelladas, ya nada en esta vida parece raro.

¡Te amo!- gritan desde algún recóndito escaparate a las tres de la mañana. Sonrío, me parece bien, a mi otra mitad un poco sombrío.

Y que más me da lo que sientan, que importa lo que parezca, me siento atado al tiempo con hiedras en las caderas. Inmovilizado al tiempo que en trance de aquel ritmo que no para de correr por mis venas.

Manos acariciando mejillas, manos que no son mías.

– A todo te acostumbras- me mintieron con descaro.

Porque hay cosas a las que nunca te acostumbras, cosas de las que nunca te cansas. De las que nunca se cansan mientras te miente mirándote a los ojos:

No es para tanto- envenenando el aire.

El rojo y el verde, el rojo y el azul. Se derivan los dos caminos, el del sufrimiento tardío, el del dolor impío. ¿pero qué importa si no tiene cura?

El alma tira de los bordes de mi chaqueta, me susurra al oído que nunca hubo pase para mi en el tren del paraíso. No importa el camino que escoja, ninguno conduce a los viejos raíles que otros exploran sin contrato ni pensamiento de la realidad.

Realidad que embarga mis oídos, mis sentidos. Realidad que me corroe y me escupe a la cara. Realidad que me accidenta contra los muros de mi propia mente.

Realidades muchas, vidas, las de siempre. Y hubo un tiempo en que tan siquiera sabía nada. Y estuve tan cerca que pude tocarlo con las puntas de mis dedos. Pero el indicador dice: Ocupado.

Caminas como yo, la figura que tienes delante, deambulando sin pareja por las calles de tu derrota, buscando una victoria en la batalla definitiva.

Respuestas

Llevaba horas caminando. A pesar de lo largo del camino, no me había aburrido ni cansado en momento alguno, todo era sumamente absorbente. Mientras caminaba, mi mente parecía quedar inerte debido al paisaje que se abría cada vez más ante mis atónitos ojos.

Fue entonces cuando comprendí que allí me estaba esperando lo que siempre había buscado.

El Gintonic habla por si solo:

Sucesos. Vaso tras vaso, gintonic y a casa. Caminos insolubles en agua, rechazos indescriptibles al alba.

Lagos que son océanos, plagios como casas en alza.

Si no quieres saber que hay tras la puerta número tres, no llames joder, no llames. Deja al borracho caminar por la calle pero no preguntes.

Servilletas para limpiar lo que sobra, trapos que friegan toda la escoria.

Reflejos de un alma que sabe lo que pierde. Grito a voces y nadie me entiende. Yo no lo veo tan difícil, no veo ninguna barbaridad.

Como tontería, la realidad.

Y deja que el alcohol escriba lo que tus venas no quieren derramar. Deja que la tinta corra como brisa sobre el mar. Rimas fáciles, tontas, que me ayudan a expresar lo que siento mientras los ojos pasan sin detenerse.

Posavasos de cristal, vasos de papel. Corazones rotos, caricias de antes de ayer.

Y que no te engañe el corrector, el amor es amor y la guerra, dolor.

Porque la noche es oscura pero la mayor de las luces puede nacer de su vientre, devolviendo esperanzas al peor creyente.

Ruidos y voces, sensaciones y expresiones.

Haz un favor al pepito grillo de tu molde: mira al techo y rechaza al más borde.

Solo y buscando formas en las notas. Acompañado mirando contras y proezas.

Finales escritos en la contraportada. Mi vida en el libro y nadie en la morada. ¿Dónde quedan todos los muebles? ¿Qué ocurre con las velas y los pesebres? La oscuridad cruje y la manta tapa nuestras cabezas.

El sudor y la lujuria firman contratos de sangre que tu aliento sella orgasmo tras orgasmo. La nicotina creando un mundo espasmo tras espasmo. Huele a victoria y piernas mutiladas, sabe a licor de hierbas y roturas en las cascadas.

Algún día ha llegado. Mañana es hoy y hoy es pasado.

 

Somos ciudadanos

Somos ciudadanos de un mundo en el que salir a la calle puede suponer un corazón roto. En el que un par de palabras pueden ser arrastradas por el viento más tonto. Las hojas se tambalean y el verde se muere. Necesito rellenar este vacío.

El click de la cerveza lo destapa. El clack del mechero lo ilumina. Es el alma impía, el camino sin destino.

Estamos en una vida en la que pasear por la calle puede suponer un par de golpes y el tercer puñetazo del día. Habitamos un universo capaz de devolvernos el sabor de la sangre a los labios, el terror de la muerte y el cambio.

El sabor amargo construye los cimientos de nuestras casas. La desesperanza funda las alianzas para comprometernos. Vivimos en un mundo donde el sonido de las máquinas de escribir quedan desterrados a los recuerdos, a los sueños.

Los lagos ya no son seres inertes. Mi sentir ya no es algo que me compete.

Contemplar la sonrisa mientras colocas una flor tras su oreja, en el césped, tumbados. Donde no existe el florero ambulante, donde no hay gente paseando con sus miradas impertinentes.

Y para salvarme, conseguir que me odien. Engañar y fingir que no existo, que me he ahogado en un mar de cenizas bajo el chirriante poder de la embriaguez.

Estoy en mi calle. Estoy donde parte de mi nació, en mi pueblo. Y no está conmigo. En realidad no hay nadie, solo rostros sin cara, caras sin rostros. Personas sin humanidad, humanos sin personalidad.

Me vigilan, caminan. Les tengo miedo.

Somos ciudadanos de un mundo donde cuesta respirar, donde llorar cada día es lo más habitual. Ciudadanos de un mundo donde no se puede amar, donde reir cada día es la mayor de las  tonterías. Somos cuidadanos de un lugar llamado mundo, donde existir y escribir son dos cosas distintas.

Transformando el presente en pasado, el futuro en presente

¿Y esto? ¿Es realmente lo que quiero? Puedo elegir, estaba esperando poder elegir algo así desde hace meses y ahora, no lo veo tan claro decir: quiero quedar contigo chica, dejémonos llevar esta tarde. ¿Por qué? No lo se. No se porque rechazar una forma de distraerse que quizá sea lo que estoy buscando. No me apetece estar con nadie, ni besar a nadie. Es lo más extraño que me ha pasado nunca. ¡Soy yo!

Puede ser porque aquella chica en camisón desde la ventana saltó al mar. Y encogiendo sus rodillas contra su pecho se hundía. A medida que descendía en las gélidas aguas solo se veía el blanco de su camisón, bailando mientras se sumergía más y más.

Porque joder, me tiraría de cabeza al mar desde la más alta torre para salvarla. Porque nadaría entre tiburones para rescatarla. Me sumergiría en aguas que cortan la respiración para alcanzarla. Buscaría el blanco en el negro de las profundidades del mar. Lucharía contra el pez que se atreviese a tocarla y pasaría sus brazos alrededor de mi cuello mientras ascendería para buscar el oxígeno que no llegaría a mis pulmones.

Porque lucharía contra el oleaje más potente sin dejar que se descolgase de mi. Me chocaría contra las rocas siempre colocándome para recibir todo el impacto y que ella no sufriese ni un rasguño. Me rompería huesos y desgarraría músculos para seguir luchando.

Y una vez en la orilla, la reanimaría, dándole todo el aire que a mi me falta. Y cuando despertase, solo por ella, fingiría no estar muerto.

No es un lago, es un océano.

Historia de mi vida

Daño colateral lo llaman. Yo solo veo dolor de frente y de espaldas, a mi lado y a mil kilometros. Por todos lados duele, y es que la vida no me sonrie, prácticamente no recuerdo la sensación de ser feliz, o al menos, no estar triste.

Nunca he pedido milagros, no creo en los milagros, simplemente un poco de luz al final del túnel. Un poco de amor entre tanto escozor. ¿Cuál es la manera de evitar sentir lo mismo una y otra vez? Claro que se acostumbra uno, pero sigue sin entender por qué y eso cansa.

Las palabras resuenan horas después en mi cabeza, aún no se han ido, en realidad nunca lo hacen. Me prometo que es la última vez, y creo que no tiene fin, es o ser herido o herir.

Es tiempo de dejar todo esto de lado y centrarme en otras cosas, centro demasiada parte de mi vida al corazón, los sentimientos y la imaginación. Se acabó.

Es probable que cuando aparezca alguien, vuelva a ilusionarme mientras me castigo por dentro, pero de momento creo que lo dejo. Que sean felices y coman perdices, hay más cosas en la vida, cosas que si se me dan bien.

Tomo la goma de borrar y froto fuerte contra la tapicería de mi romántica personalidad, borrar, borrar y borrar. Quien bien te quiere, no te hará esperar. ¿Cierto? No lo sé.

Porque un movimiento inocente puede atravesarte desde un oído hasta otro, desgarrando tu mente en el proceso. Luego el corazón toma el control, cuando la mente ya no está, y demuestra lo que esta sintiendo en ese momento.

La cagaste Burt Lancaster, kaputt, finito…

De repente la ropa me aprieta, y me deshago de ella. El corazón me grita y yo como respuesta grito aún más fuerte. El sonido del cristal explotando contra la pared no me despierta, el dolor es demasiado profundo. Tantas veces, tantas muertes he vivido. ¿Qué puedo hacer? ¿Dónde estás cuando más falta me haces, abuelo?

Lo primero que noto es el picor de la tinta sobre mi piel, pidiendome que vuelva a ponerme la camiseta. Vuelvo en mis cabales sabiendo que ya no importa lo que grite el corazón, me he quedado sordo.

Las lágrimas no aparecen, los caudales están secos desde hace años.

Entonces, horas después, tras haber soñado con personas que no conozco, algo brilla en mi interior.

Todos tenemos dos caras. Una que sufre y otra que resiste. Una que teme y otra que confía. La que quiere rendirse y la que viene a luchar. Una que se oculta y una que se planta ante los problemas.

Y yo ahora, he venido a luchar.

Without you

Camino solo en las fría noche, hoy día rápidamente está el cielo encapotado por ese negro azulado que impide identificar formas sobre nuestras cabezas.

Camino solo, pensando y paseando mi corazón roto, con cuidado de no pisar los pedacitos que van cayendo tras la estela de locura que dejo detrás. Y pensaba en ti, estaba pensando que eras tú. En un abrir y cerrar de ojos, de infinitas posibilidades y peripecias, elecciones y caminos, te veo.

Como confundir tu forma con las demas, como confundirte cuando tengo tu sombra en la cabeza, en esta cabeza que pierde cordura por momentos. ¿Qué quieres que haga? ¿Me dejas que  enseñe lo que quiero hacer?

Pensaba que eras tú. Supe que eras tú, tan cerca y a la vez tan lejos, a unos metros que me parecían kilometros, insalvables por la situación. Te besa. Me siento. Mis piernas quieren correr y mi masoquista corazón quiere ver el espectáculo, la pelea entre mi amor y mi razón.

Porque si te tuviese a ti ¿a quién más querría? Si estuvieras siempre que me haces falta ¿qué no podría hacer? Y sigo el camino de espinas, con alguna que otra rosa entre ellas. Sigo la corriente del sufrimiento que no llevara a nada. Pero no soy yo maldita sea, eres tú.

Mira, he tomado tantas malas decisiones, tantos errores.

Cuando apareces tras una puerta, en el instante en que te pones delante de mi caminando, cuando apareces en mi campo visual, mis latidos ensordecen mis oídos. Entonces me miras, y cariño, se ralentiza el tiempo. Si, como en esas películas, ya me entiendes.

Y puedo tomar esta última decisión, ¿puedo? ¿me dejas? Porque lo intento, pero me lo pones dificil y mi mente se bloquea, no se que quieres, no se que haces. Pero sé algo.

Que eres tú.

 

Goalkeeper

Todos aquellos que se sientan como yo ahora mismo, haced aquello que más os gusta. Es la única forma de recordarte quien eres, de recordarte que vales y que eres mejor de lo que creen que eres. Demuéstraselo a todos. Puedes perder, perder y perder, y cuando todo parece genial y la abundancia te rodea, todo desaparece.

Como al principio, te has vuelto a quedar sin nada, y ahora estás tan perdido que no reconoces tu entorno. Es entonces cuando debes demostrar que puedes, cuando tienes que ir a por todas, concentrarte en ese pequeño camino, preparar tus reflejos al máximo, mentalizarte.

Porque vas a hacerlo, me han pisoteado, abandonado, herido, insultado y menospreciado, como a todos vosotros. Pero está es la última, nadie piensa que puedes, pero lo harás, y cuando lo consigas todos te admirarán. Prepárate.

Y esa sensación, de haberlo logrado y escuchar tu nombre a voces.

Reindeer Section – You Are My Joy